lunes, 2 de abril de 2012

"Jugando PlopStation"


Columna de Edgar Espinoza para CRHOY.com del día 27 de marzo del 2012


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Jugando PlopStation


"Estoy ante un monitor de televisión, control en mano, listo para asumir las riendas del gobierno a través de mi nuevo juego, el PlopStation.

En la pantalla, el país aparece como un campo minado. No bien pone uno el pie en cualquier parte, ¡Buummm! Algo explota. Todo explota. Ya explotaron la CCSS, la seguridad pública, el sistema vial, el político, el judicial, el legislativo, el institucional, el municipal…Y vienen otros en camino. Es cosa de que alguien más meta la pata y, otra vez, ¡Bummm!

Es decir, Costa Rica está en peligro y el futuro de sus habitantes pinta color de hormiga. ¿Qué hacer? El juego consiste en convertirse en el “Héroe PLOP” (sigla onomatopéyica que significa Para Limpiar y Ordenar la Patria) mediante dos acciones audaces: hacer desaparecer las causas de tanta explosión y desactivar las minas que quedan hasta lograr un país vivible, respirable, seguro y próspero.

La opción final es una Costa Rica verde, de ensueño, habitada por personas a cargo de cuidarla y disfrutarla entre caminos naturales, rica fauna, bosques nativos, aire puro, agua abundante, buena ventilación, comidita criolla, cero pobreza, cero delincuencia y gente que la aprecie, honre y procure su bienestar.

Como los poderes de la república y la política toda están plagados de figuras sospechosas de ponerle minas a nuestra soberanía constitucional, estatal e institucional, el objetivo del juego es identificar, entre el montón, a aquellas que aparezcan en la pantalla con una equis roja sobre el pecho, apuntarlas y darles PLOP.

Aprovechando su festín de números para aumentarse la pensión, el salario y los privilegios, ya de por sí ofensivos para este pueblo, mi primer PLOP fue para los jueces y magistrados por tal desproporción, por no predicar con el ejemplo y por fomentar la desigualdad entre los costarricenses. ¿Es que ellos quieren aquí otra Honduras? (De paso “plopié” también a la Sala Cuarta que, de tanto mandar en el país, se volvió inconstitucional).

Luego sorprendí a Rodrigo Arias cuando salía del cirujano plástico tras hacerse un retoque de carisma electoral. En cuanto lo tuve a punto, apreté el botón y ¡PLOP! Lo mandé al planeta Bisnes. Solo se vio un humillo. Dentro de las circunstancias actuales, el país necesita no a un ambicioso hombre de negocios sino a uno de gran sensibilidad social, pues riqueza hay; lo que falta es justicia para distribuirla.

Acto seguido se “sacó la rifa” Johnny Araya cuando lo descubrí, jubiloso, compartiendo con la Farándula-Set, por lo que también ¡PLOP! (Y recontra PLOP, por no invitar). En este juego, él no tiene jamás el perfil idóneo para darle al país la vuelta de tuerca que necesita. Mucha pose, fiesta, superficialidad y glamour de su parte, cuando lo que necesitamos es una draga rompe-minas.
Luego se me puso en la línea de fuego un mar humano con equis rojas en el pecho, y PLOP, PLOP, PLOP… Me di gusto. Cincuenta y siete en total. Lo que no sirve, que no estorbe.

Y, bueno, no me fue difícil detectar a José María Figueres, pues donde hay un buen tamal, esté donde esté, siempre estará él. En cuanto lo destapó, ¡PLOP! De una vez. No pudo ni agarrar la cuchara. Mucho menos hacer “cucharas”. No más apellidos políticos, no más lágrimas de cocodrilo, no más nostalgias de poder, fuente de nuevas minas.

A Otto Guevara lo quise “plopear” mientras soñaba con su enésima candidatura, pero ya parece “plopeado” por la opinión pública. De todos modos, y por si acaso, igual le di “el PLOP de gracia”. Los cuestionamientos que se le hacen dan pie a pensar que tampoco es apto para asumir ningún cargo público de envergadura.

Y así seguí de PLOP en PLOP demoliendo lo inservible, lo ineficaz, lo mediocre. ¡Que JAPDEVA!, PLOP. ¡Que el MOPT!, PLOP (hasta suenan igual). ¡Que el Icoder!, PLOP. ¡Que Eduardo Doryan!, mil veces PLOP aunque con uno baste. Es más el perjuicio que parecen causarle al país, que el beneficio. Y a doña Laura, PLOP por meterse en camisa de once varas, pues su aventura política nos ha costado caro; y a Oscar Arias, un súper PLOP por esa mesa servida que nos dejó. Y Ottón Solís, el impredecible, al menos tuvo la decencia de autoplopearse, aunque ante la duda, aquí van más.
De modo que se acabó la fiesta. ¡Liquidación total por remodelación nacional! ¿Cuántos sobrevivirán al plopeo? No importa cuántos pero que su prioridad sea, de verdad, el país y no ellos con sus pretextos e imposturas.

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