Foto: Oporto
Bueno siempre nos quejamos del servicio que recibimos y a la vez siempre agradecemos cuando nos tratan super bien... o al menos yo si lo hago.
Ayer como mi madre no andaba en carro decidí ir por ella al trabajo y de camino le dije que pasáramos por "una chorreada" a un restaurante rústico que queda por San Pablo de Heredia (por la MABE, a la par de una venta de frutas, en una intersección) de la cual no me recuerdo en este instante el nombre. Es una casa vieja hecha restaurante típico. Entramos y aunque yo andaba en pijamas (si si, pantalon de animalitos, una camiseta negra y sandalias jejeje) nos sentamos y nos llegó atender un joven que venía silbando y con una sonrisa en sus labios.
Pedimos una olla de carne mediana para compartir (al chile que comérsela uno solo sería demasiado!) y les cuento que estaba buenísima, la mejor olla de carne que he probado en un restaurante, 100% recomendada.
El muchacho iba y venía cantando, silbando, sonriéndo, hablando con uno y vacilando... si yo le dije que él fijo estaba enamorado, era mi única explicación para tanta felicidad y... no estaba equivocada XD jajajaja...
Pero aquí no quiero destacar el enamoramiento sino el EXCELENTE servicio que brindó el muchacho. No era de esos meseros que al verlo entrar a uno hace una cara como de "uyyy no otro cliente", o de los que se quedan como guardias a la par tuya y enjachándote esperando tu orden y eso que apenas llevas diez segundos con el menú en la mano o de los que no te mencionan ninguna palabra en el transcurso de tu comida pero pasan deseando que te vayas pronto... no, el muchacho fue todo lo contrario, nos hizo sentir a mi madre y a mi bienvenidas en todo momento.
Pedimos la chorreada luego de la olla de carne y finalmente un café chorreado en la mesa...
En la noche salí con Chris, uno de mis mejores amigos de la U y él decidió que comeríamos comida italiana en Oporto, un restaurante que queda camino a La Aurora de Heredia, por San Francisco de Heredia... ¿perdido? detrás del Hipermás...
Uno asocia esos lugares a precios caros, comida deliciosa y bueno buen servicio... todo lo contrario nos pasó ayer...
Mi Lomito de la Casa me supo a cualquier cosa que puedo cocinar en casa... Chris pidió Spaghetti Frutti Di Mare pero eso parecía... bueno... si les cuento que los spaghettis que sirven en los casados saben y se veían mejor, eso lo dice todo. No estaban al dente, estaban REcocinados y lo peor, estaban cortados... si, no podía dárseles vueltita en el tenedor, se caían.
El mesero nada que ver con el anterior y bueno solo el postre estuvo bueno, ah pero del menú solo podías escoger como tres cosas, de lo demás no había. Al salir Chris le dijo al cajero lo que le pasó con su comida y nos dimos cuenta que lo que pasa es que una vez a la semana va alguien a cocinar el spaghetti... si, imagino que los cocinan, los hacen en paquetitos y los congelan para que duren toda la semana...
En fin, la importancia del servicio al cliente es trascendental. Sin duda la apariencia y/o nombre de un restaurante no es sinónimo de buen servicio o rica comida siempre... anoche sin duda lo típico fue mejor que lo italiano...