martes, 30 de julio de 2013

El día


9 am

Cambio de bata.  Ya no era rosada sino verde.

9:30 am  

En la entrada al quirófano y escucho mi nombre, levanto la mano y la agito como si estuviera en clases y el profe pregunte algo donde yo sé la respuesta y esté ansiosa de decirla.  Os confieso, me emociona el momento.

10 am

Finalmente en sala conversando con uno de los cirujanos que resulta ser "vecino", vivimos a un kilómetro de distancia.  Vacilamos.  Me destapan demasiado y él me tapa jejeje... nos reímos y se repite la escena, es algo descuidado su ayudante o ya es a propósito, qué más da, me siento mareada... me recuerda aquellos tiempos mozos de fiesta, trago y borracheras y en una sonrisa me voy...

2 pm

Despierto entre sonidos de máquinas, bullicio de gente y calor.  Me quito como puedo una sábana.  Miro alrededor y me duele la cabeza... este calor... ¡el azúcar! A los minutos se acerca la doctora, si, efectivamente me confirma que se ha subido la glicemia y me pide que respire profundo para que la máquina deje de sonar. Se va.  Lo intento y cuando ha dejado de sonar pienso en dormir pero en el instante que cierro los ojos bajo mi ritmo cardiaco y suena esa máquina.  ¡Dios!  Pienso, intento de nuevo, lo logro y se repite no una dos ni tres veces... ¡No es que me pierden, solo quiero dormir!

Me muero de calor, no hay aire.  ¡Necesito aire! Me quito la segunda sábana y levanto un poco la bata para sacar mis piernas... me descubre una enfermera y me cubre de nuevo pero ¡Noooooo!  Protesto... pido agua y me dan hielo... mi azúcar no baja y me sofoco del calor de estar ahí.  Me descubro y ya no me da ni me da pena pasar por una paciente exhibicionista o nudista jejeje, tengo demasiado calor.

"Doctora, ¿puedo comer?" Me dice que si.  Sonrío.

5 pm

Finalmente en el cuarto.  Esta mi padre, la señora y su hija esperándome.  Felices de verme y yo de volver a un cuarto más fresco.  Pasa la comida y me dicen que estoy en ayunas... protesto, lloré de hecho.

Me duele la cabeza y el radio de la señora me molesta.  Quiero tirarlo por la ventana y mi padre me consuela como puede.  Llega la hora de irse y me toca dormir boca arriba y no me gusta.  

Fue la peor noche de mi vida. Con hambre, dolor de cabeza, poca brisa.  El hijo de la señora tuvo que cuidar a su madre y a una paciente semidesnuda.

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