jueves, 7 de enero de 2010
Hermanas
Encendió un cigarro aunque no quería. Llevaba cinco años de haber dejado de fumar, si, desde el mismo día que se le ocurrió decir "Si, acepto". Nunca tuvo la necesidad de volver a ese vicio, hasta ahora y no se lo reprocha, el volver a fumar, el haber dejado de fumar si.
Mirando al horizonte pareció que revivía su niñez. Correr tras esa bola rosada por las calles de tierra y lastre. Corría a más no poder, corría de la realidad en la cual se despertó cuando apenas tenía siete años: su padre les había abandonado.
Su madre desde ese momento se transformó en padre y madre. Nunca le faltó nada gracias a ella. Fue una mujer fuerte que a pesar de ser abandonada a los 25 años, nunca se dió por menos aunque en las noches de luna llena la encontraba en un mar de lágrimas que se desvanecían cuando la encontraba Morfeo.
Nunca supo de su padre, ni quizo saber. Hasta ese día en que la vió caminar por la calle con el bolso a cuestas y una sonrisa nerviosa. Su hermana, más morena que ella, ojos cafés y una cabellera negra... diferente a sus ojos celestes, piel blanca y sus cabellos dorados... la hermana que nunca tuvo y deseó tener, desde hace un año...
Hoy... hoy le había dado esa estocada final. Esa misma mujer, la cual comía de su mano, la que le dió abrigo, un techo, un trabajo... se lo había tomado todo tan apecho que hasta se cogió a su esposo...
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