martes, 3 de febrero de 2009
Fracciones de segundo
Bajaba las escaleras volando, se le había hecho tarde y no quería perder eso que buscaba. A media escalera se dió cuenta que no traía la billetera, maldijo pero se devolvió. Al final de cuentas no podía irse sin ella.
Abrió la puerta. La buscó en la sala y nada. En la cama... si, ahí en medio de las sábanas cuando sonó el teléfono. Lo atendió pero se le notaba lo apurada en la voz, casi agitada. Prometió devolver la llamada y bajó. Cerrando la puerta alzó la mano para parar un taxi que de milagro venía desocupado, al dar la vuelta para darle llave a la puerta, un hombre se le adelantó y tomó su taxi.
Los miró perderse en la calle sin creerlo. Esto solo le pasaba a ella. Paró otro taxi y en seguida le pidió pasar por el paquete que tenía en la tienda. Se bajó. Lo pidió pero para su angustia no estaba listo. La dependiente se disculpó y de inmediato se puso a hacerlo. Cinco minutos después estaba de nuevo en el taxi rumbo a su destino.
La dependiente siempre se había destacado por su puntualidad pero hoy había decepcionado una cliente pero la noche había sido eterna. Esa noche que deseaba olvidar. O al menos tener la oportunidad de vivirla de nuevo, haber hecho algo diferente. La ruptura inevitable. Los besos que tenía por darle, acumulados, con su nombre... ahora los había desechado en la mañana cuando pasó el camión de la basura. Iban lejos. No regresarían. No tuvo el valor de abrir temprano con esas ojeras, no tenía el paquete listo, la había atrasado.
Sería su último servicio del día. La verdad estaba cansado y el café que se tomó en carrera en el bar no le había ayudado en nada. Un frenazo repentino. Un camión atravesado, por poco le da. Por dicha que no. Suficiente parada la del bar y ahora con la chica porque le dió lástima que le robaran el otro taxi. Él observó todo. Por eso la recogió.
Estaba realizada. Su mejor presentación en audiciones. Podía sentirse en la gloria. Se cambió como flash e invitó a su mejor amiga a celebrarlo al café. Se tomó su tiempo en la ducha, cosa que nunca hacía pero era un día especial y uno nunca sabe como puede terminar. Crema con olor a moras en su piel... un splash del mismo tipo... su mejor blusa... el jeans que le fascina y la suéter favorita.
Bajaron en carrera las escaleras. Ella sonreía, vacilaba, no cabía de la felicidad. Su amiga le pedía que se sosegara. Que abriera con cuidado, que cerrara la puerta por aquello de las dudas. Ella solo la abrió y dió un brinco a la calle para empezar a dar vueltas... esa sonrisa de oreja a oreja hasta que voló...
El taxi no vió, no podía presentir que se le iba a tirar a la calle sin fijarse. No pudo hacer nada...
Hasta ahí llegó el paquete... el descanso... la celebración...
demasiada carrera ypoco cuidado, hay que tomarselo mas con calma, a fin de cuentas, el tiempo no existe.
ResponderBorrarSaludos a deshora.
Ame como escribiste esto... en serio esta increible felicidades!
ResponderBorrarM e gusto mucho. Y si tenemos que darnos un tiempo parar y ver lo que pasa para entender lo que viene y no actuar a lo primero que venga.
Saludos ChaO!
Un segundo puede cambiar muchas vidas y cambiarnos los planes.
ResponderBorrarSaludos
Sólo tengo que decir que:
ResponderBorrarMe encantó!! ^_^
Tantos segundos que desperdiciamos y TAN importantes que son.
Un abrazote Palitas!!
debe ser sencillamente exquisito morir asi... de un solo pichaso, en medio de la vida, sin esperarlo!!!!
ResponderBorrarun tanto violento, aparatoso!
me encantó!
=)
Hey Palis que buena escritura. Me encanto. Muy bien narrada y el tema principal genial. La vida son fracciones de segundos que pasan y no regresan. Todos son importantes. Saludos amiga!!
ResponderBorrarHasta ahí llegó todo, hasta un segundo eterno.
ResponderBorrarSaludos.
Me recuerda a mi mismo cada mañana camino al trabajo este relato....!!!
ResponderBorrarrealmente interesante la historia!!!!!
ResponderBorraresta de maravilla!!!!!